la lección de español

En un artículo publicado en el diario O Estado de São Paulo, el presidente del Consejo Asesor de ETCO, Everardo Maciel, habla del buen ejemplo de España, que constituyó una comisión para examinar su sistema tributario, para que se presentaran propuestas de reformulación. .

Everardo Maciel
06/06/2022

En abril de 2021, España decidió constituir una comisión formada por especialistas, de dentro y fuera del gobierno, para elaborar un diagnóstico de su sistema tributario y, a partir de ahí, elaborar propuestas para mejorar su eficiencia y adaptarlo a las nuevas requisitos de la fiscalidad medioambiental y la economía digital.
En febrero pasado, la comisión presentó para debate el “Libro Blanco sobre la Reforma Tributaria”, un documento consistente de 788 páginas.
España tomó la decisión correcta. Toda reforma debe ir precedida de un diagnóstico, que especifique el problema y señale con transparencia las soluciones acompañadas de sus repercusiones. De lo contrario, es un mero paquete autoritario, que a menudo incorpora intereses menos que virtuosos.
El camino español no es desconocido. En la década de 1960, se creó en Brasil la Comisión Especial para la Reforma Tributaria, integrada por especialistas calificados, cuyo trabajo resultó en la Enmienda Constitucional N° 18, de 1965, nuestra más audaz reforma de la tributación al consumo.
Nadie duda de la existencia de numerosos problemas en el sistema tributario brasileño. Sin embargo, es necesario examinarlos con profundidad e imparcialidad.
El establecimiento de una comisión hoy podría ser un buen comienzo. También ayudarían algunos criterios para orientar el trabajo: reformar solo lo esencial, considerando los beneficios y costos del cambio; buscar la verdadera modernidad, que incluye la tributación ambiental, la economía digital, el uso parsimonioso de la extrafiscalidad, el nuevo financiamiento de la seguridad social; frenar la planificación fiscal abusiva, que erosiona las bases imponibles y genera desequilibrios competitivos.
El tema, sin embargo, no debe limitarse a la reforma tributaria, en sentido estricto, sino que debe prestar atención a cuestiones que siempre se ignoran: la burocracia tributaria, insistentemente alegada como pretexto de proposiciones y nunca enfrentada; el federalismo fiscal, una colcha de retazos que alberga criterios inconsistentes de distribución de ingresos y transferencias voluntarias sospechosas, y desconoce la especificación de las facultades de las entidades federativas y los acuerdos de cooperación entre ellas; y el procesalismo patológico, fuente principal del asombroso volumen de litigios e inseguridad jurídica.
Como enseñó Mário Henrique Simonsen, miembro de la Comisión de Reforma: “Si está bien planteado, el problema más difícil del mundo se resolverá. Mal planteado, el problema más fácil del mundo nunca se resolverá”.

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