Compañía conmovedora

El presidente del ETCO Institute analiza cómo las preocupaciones sociales, éticas y de gobierno corporativo están ayudando a renovar el capitalismo

Edson Vismona, presidente de ETCO Exame.com
26/10/2020

La Constitución Federal, en su artículo 1, define la libre iniciativa como uno de los pilares fundamentales de la República, garantizando así que las empresas puedan operar en el mercado, actuando libremente dentro de los parámetros legales. En este artículo inicial, en el mismo punto IV, se establecen los valores sociales del trabajo, demostrando que se deben respetar los derechos de los trabajadores (art. 7).

En estos parámetros constitucionales, el trabajo y el capital se complementan con los derechos del consumidor, empaquetando el trípode empresarial: capital, empleo y consumo, conformando el llamado las partes interesadas (inversores, clientes, empleados, proveedores, comunidad). Para este concepto, creado por el filósofo estadounidense Robert Edward Freeman, el éxito de la empresa depende de la generación de valor para estos agentes y, además, este objetivo debe contemplar también el cumplimiento de obligaciones legales, fiscales y ambientales.

Se configura la estructura que cada vez se demanda más. Una empresa, para obtener beneficios, debe respetar sus las partes interesadasde lo contrario, sus resultados se verán afectados negativamente. Entre los dos extremos, accionista y consumidor, existe un conjunto de actitudes que deben constituir la formación de principios y valores que orienten la acción empresarial. Es cierto que la sociedad está atenta a actitudes que incluyan reglas de convivencia ética.

Es interesante notar que los programas de integridad, que luchan contra la mala conducta y la corrupción, promueven la equidad de las minorías, garantizan la seguridad psicológica en el lugar de trabajo, previenen el acoso y permiten la participación e interacción de los empleados, el cumplimiento de las leyes y obligaciones regulatorias. , fiscal y ambiental, asegurando los derechos del consumidor, son comportamientos entrelazados, formando los pilares que forman la base de la libre empresa moderna, que no encaja en el concepto del liberalismo económico clásico sino, cada vez más, en los indicadores ESG.

La maduración de la acción empresarial no se puede restringir al formalismo sin contenido, que señala la misión y los valores en un marco; debe ejercitarse, construirse día a día, requiriendo una dimensión ética efectiva.

Vale decir que la cultura organizacional debe evolucionar, estimulando el respeto, los propósitos y también las habilidades de comportamiento, quitando viejos dichos como “manda quien puede, obedece quien tiene juicio” o “buen chico no grita”, que deben ser reemplazados por dar una opinión para innovar. y no sufrir silenciosas injusticias o abusos.

En este contexto, se cuestiona a las empresas que son muy exigentes en el cumplimiento de objetivos para crear entornos más armónicos y participativos.

Es cierto que, en la implementación de estándares de conducta y programas de integridad, puede haber radicalismos, lo cual es natural, pero con la experiencia se está logrando el equilibrio. Lo cierto es que la gestión de personas y procedimientos nunca ha sido tan necesario.

Y, con la pandemia, está en marcha una verdadera revolución, creando desafíos, con la aceleración de proyectos de home office, horarios flexibles, en fin, reestructurando instituciones y relaciones interpersonales.

Todos estos cambios están impulsando la superación de actitudes dogmáticas hacia las actitudes cooperativas: de la judicialización a la mediación y composición de conflictos; del conservadurismo al constante fomento de la innovación; la estricta jerarquía para valorar la participación responsable.

Esta es la dirección de la evolución: el beneficio a cualquier precio ya no es aceptable y solo los medios físicos no garantizan los resultados económicos y financieros. Se necesita más.

Empresas con un diseño, con alma que, además de los productos que venden o los servicios que ofrecen, se expresa en la experiencia de cada colaborador, en operar no solo dentro de la ley, sino dentro de la ética para lograr las metas deseadas.

Motivar a las personas a integrarse en la construcción de identidad y consecución de los objetivos corporativos. Beneficio, pero con el aprecio de las personas, que quieren trabajar donde se sientan orgullosas. La realidad indica que estos conceptos están renovando el capitalismo.

*Edson Vismona es abogado, presidente del Instituto Brasileño de Ética de la Competencia (ETCO) y del Foro Nacional Contra la Piratería y la Ilegalidad (FNCP). También es el fundador y actual presidente del consejo deliberativo de la Asociación Brasileña de Defensores del Pueblo / Defensoría del Pueblo - ABO. Fue Secretario de Justicia y Defensa de la Ciudadanía del Estado de São Paulo (2000/2002).

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