ESG: capitalismo más allá de las ganancias

"El objetivo del inversor es la rentabilidad conseguida por el beneficio, sin embargo, este objetivo, cada vez más, no se puede conseguir a cualquier precio"

Edson Vismona, Revista Exame / Compass
01/02/2021

Hemos visto, con creciente protagonismo, en el mercado de valores y en el entorno empresarial brasileño las siglas ESG, que representa indicadores que orientan a los inversores en la evaluación de la conducta de las empresas en áreas consideradas estratégicas: ambiental, social y de gobernanza (ambiental, social y gobernabilidad).

Así, se señalan las iniciativas que las empresas deben impulsar para demostrar que sus acciones están guiadas por el respeto al medio ambiente; la adopción de políticas sociales que involucren las posiciones internas de inclusión y convivencia de los empleados; por la relación con la comunidad; y también mediante procesos de toma de decisiones corporativas, fomentando la adopción de valores relacionados con el control, la dignidad, la ética, la transparencia y la legalidad. Con un enfoque en estas acciones, las empresas pueden atraer fondos asignados a fondos de inversión globales, que generan billones de dólares.

Este movimiento fue impulsado en 2015 por la Agenda de Desarrollo Mundial de la ONU (Agenda Global 2030), un compromiso firmado por 193 países, incluido Brasil, que determina la unión de fuerzas a favor de una Agenda Mundial de Desarrollo Sostenible, que debe cumplirse para el año 2030. , contemplado en 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, los cuales se dividieron en 169 metas.

Los objetivos van desde la erradicación de la pobreza, la salud y el bienestar, la educación, las acciones contra el cambio climático, las energías limpias, el trabajo decente y el crecimiento económico, hasta la reducción de las desigualdades, la paz, la justicia y las instituciones eficaces. Una lista de acciones de esta magnitud, dividida en 169 metas, podría considerarse como una utopía más en el ámbito de Naciones Unidas, que quedaría en el plano del deber, sin una aplicación efectiva.

Sin embargo, estos objetivos llamaron la atención de inversores globales que entendieron que las empresas no podían quedar al margen de este proceso, las demandas, las expectativas de la sociedad han cambiado, exigiendo con mayor exigencia que esta agenda sea real y que involucre a gobiernos, ONG. y los sectores productivos.

Hoy en día es normal que una empresa, que no necesita ser grande, demande inversiones, que se le pregunte si cumple los objetivos de la Agenda 2030 de la ONU. Los llamados fondos de inversión responsable ya manejan 31 billones de dólares, lo que representa el 36% del total de activos financieros gestionados en el mundo.

Los indicadores ESG involucran temas de gran importancia, sin embargo, observo, en los artículos periodísticos que han ido explicando estos indicadores, que la “E” (ambiental) se ha resaltado con mayor detalle, hasta el punto de “S” y “G” estar en segundo plan. De hecho, las acciones de diversidad e inclusión han cobrado relevancia, así como los programas de integridad, pero la atención que se presenta en los informes se ha centrado más en el tema ambiental.

Iniciativas para incrementar la participación de mujeres en Consejos de Administración; inclusión de profesionales de diferentes orígenes, culturas, géneros y razas; combatir el acoso; fomentar acciones de respeto al consumidor, con la adopción de defensores del pueblo; el desarrollo de programas de integridad y la lucha contra cualquier práctica ilegal representan la evolución de conceptos y principios del entorno empresarial. Así, también conviene destacar los puntos relacionados con Social y Gobernanza, componiendo un equilibrio entre los indicadores deseados, ya que representan un todo que no debe disociarse.

Este sentido evolutivo es muy interesante. El objetivo del inversor es la rentabilidad conseguida mediante beneficios, sin embargo, este objetivo, cada vez más, no se puede conseguir a cualquier precio. La sociedad y los consumidores demandan de las empresas nuevas posturas, que deben cumplir compromisos ASG que van más allá de las posturas básicas de rentabilidad: bajo costo, alta productividad, precio atractivo, logística, canales de venta, política de marketing, adecuación fiscal.

El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, dijo que la “Agenda Global 2030 es nuestra Declaración Global de Interdependencia”. Me atrevo a afirmar que, con este avance impulsado por los fondos de inversión, esta Agenda representó un encuentro que recientemente podría considerarse insólito: capitalismo con derechos humanos, permitiendo insertar a las generaciones de Derechos Humanos en la visión estratégica de las empresas. Sin duda un estímulo necesario para la renovación y la innovación, con inclusión, cumplimiento y sostenibilidad.