El pasado siempre está presente

En un artículo publicado en la web Exame/Bússola, Edson Vismona, presidente de ETCO, habla de la importancia de avanzar en temas importantes y necesarios y, cuando no lo hacemos, consagramos la demora, provocando frustración en los agentes económicos y en la sociedad como entero.

Edson Vismona
31/01/2022

Hemos llegado al año que definirá nuestro rumbo. No faltan los diagnósticos sobre lo que debemos hacer: las reformas necesarias; atracción de capitales; estímulo a la creación de empleo; control de los gastos públicos; Balance del presupuesto; mayores inversiones en salud, educación, seguridad e infraestructura; fortalecer la innovación y el uso de la tecnología; adopción de acciones que aseguren un medio ambiente sostenible; generación de energía y, por supuesto, la lucha contra las brutales desigualdades sociales.

Desde hace años estos puntos siempre se recuerdan, pero seguimos patinando. Lo que crece es el presupuesto de los partidos políticos, fondo electoral y el volumen de recursos económicos destinados a reformas parlamentarias sin obedecer a una planificación integrada (la elección es lo más importante) y lo peor, con recortes en las áreas de educación y salud, provocando la búsqueda incesante del dinero de los contribuyentes para tapar agujeros en las cuentas públicas. Siempre pagamos la factura de tantos y repetidos desequilibrios.

Al no avanzar en temas importantes y necesarios, consagramos la demora, provocando frustración en los agentes económicos y en la sociedad en su conjunto, sobre todo porque sabemos que tenemos todas las condiciones para prosperar. Podríamos haber mejorado por varios motivos, pero prevalece el populismo y se deja de lado la gestión responsable, perjudicando la imagen de Brasil en los foros internacionales.

Un ejemplo, entre muchos, de esta insistencia en el error lo encontramos en una encuesta presentada en el Foro Económico Mundial, en 2016, con 13 emprendedores. La “falla de gobernabilidad” fue señalada por el 60% de ellos como el mayor riesgo para hacer negocios en América Latina y, en particular, en Brasil. La tasa superó a quienes consideraron la falta de agua o de infraestructura como los mayores problemas. La baja credibilidad en el funcionamiento de las instituciones genera dificultades en la gestión de las empresas, socavando la confianza de los inversores.

En el resto del mundo, sin embargo, el tema de la quiebra de la administración pública apareció solo como el cuarto mayor riesgo y fue señalado como un problema por solo el 27% de estos 13 mil encuestados.

El alto riesgo provenía de “la incapacidad de gobernar una nación, que es causa o resultado de factores como la debilidad del estado de derecho, la corrupción, el comercio ilegal, el crimen organizado, la impunidad y el estancamiento político” (cf. artículo publicado en la revista Mirar). Esta antigua y aún vigente investigación apunta a la raíz de nuestras dificultades: la falta de gobernanza y gestión competente enfocada al cumplimiento de objetivos.

Después de cinco años estos puntos siguen vigentes, enfrentamos los mismos desafíos y en algunos aspectos logramos retroceder. Es cierto que nuestros vecinos también padecen este mismo problema, pero venimos luchando por un mayor protagonismo, perdiendo el tiempo con agendas irrelevantes, en medio del caos creado por la pandemia.

Incluso donde evolucionamos, logramos "dar la vuelta, dar la vuelta". Los cambios en la Ley de Mala Conducta y el presupuesto secreto facilitarán los excesos, yendo en contra de la postura permanente de mejorar nuestras instituciones para respetar la ética, fortaleciendo la transparencia en la asignación de los recursos públicos.

Incluso se revocaron logros consolidados en materia de cooperación público-privada para combatir desviaciones que perjudiquen la competencia leal y la recaudación de impuestos. Cito el fin, sin consulta alguna, del Siscori, un sistema que permitía el acceso a datos de importación, permitiendo a las asociaciones de los sectores productivos y empresas identificar indicios de ilegalidad y presentarlos a la Receita Federal, que posee toda la información, para que que si se comprobó, se tomaron medidas correctivas. Volvemos al pasado en catorce años. En lugar de mejorar, retrocedimos.

En una perspectiva más amplia, tenemos la relación entre los poderes de la República, que siempre ha sido conflictiva, pero que ha llegado a un nivel impensable, incidiendo en palabras y hechos directamente en algo que siempre se destaca: la necesidad de garantizar la seguridad jurídica para facilitar la atracción de inversiones productivas.

Combatir la corrupción y la ilegalidad; la armonía y delimitación de poderes; la gobernabilidad sin relaciones promiscuas en el uso de los recursos públicos se hizo más difícil.

Esta realidad demuestra, una vez más, la corrección de las palabras del sabio Millôr Fernandes: “Brasil tiene un enorme pasado por delante”.